Descansos activos: claves actuales para complementar una Educación Física de calidad de manera interdisciplinar

Abstract

Actualmente, el sedentarismo constituye una causa relevante para la aparición de la obesidad infantil (Must y Tybor, 2005), mientras la obesidad también se ha convertido en un problema de salud a nivel mundial, considerándose uno de los principales factores de riesgo de muerte y falleciendo, cada año, más de cuatro millones de personas por motivos relacionadas con el sobrepeso o la obesidad (Organización Mundial de la Salud -OMS-, 2022). En población infantil, el sobrepeso y la obesidad se encuentran ubicados en países en desarrollo, donde más del 80% de los adolescentes a nivel mundial no alcanzaron un nivel suficiente de actividad física -AF- (Guthold et al., 2020), aun sabiendo que la misma se ha asociado con la reducción del riesgo cardiovascular (Andersen et al., 2011), mejora de la salud mental (Biddle y Asare, 2011) y desarrollo físico y psicológico en niños (Blanco et al., 2020; Strong et al., 2005), en definitiva, beneficios para la salud integral del ser humano, es decir, a nivel socioemocional, físico y psicológico (Álvarez-Pitti et al., 2020; Pascoe et al., 2020). En este sentido, se recomiendan 60 minutos al día de AF para los jóvenes (OMS, 2020). En el contexto escolar, la mayoría de las clases se caracterizan por ser esencialmente sedentarias, conllevando a que los niños adopten la posición sedente durante aproximadamente 7-8 horas diarias (Mantjes et al., 2012). Esta situación se ve agravada por las dificultades inherentes a la implementación de intervenciones de AF en las escuelas, debido a la escasez de tiempo disponible y la competencia con las demandas del currículo académico (Watson et al., 2017), constatada también por estudiantes al informar que querían ser más activos como consecuencia del tiempo que pasaban en clase sentados (Ricci et al., 2022). Es por ello que, ante la falta de AF en las escuelas, surgen estrategias orientadas a incorporar movimiento en el entorno escolar, independientemente de su nivel de intensidad, incorporándose en las lecciones de las materias curriculares durante el período de tiempo designado para la clase (Institute of Medicine, 2013). Estas estrategias buscan fomentar la AF y/o reducir el tiempo en que niños y adolescentes permanecen sedentarios.